Me
sorprende cuando oigo decir que los niños no se pueden concentrar en
algo mucho rato, que se cansan a los 5 minutos y que constantemente
hay preparar actividades para que se mantengan distraídos.Pues yo creo que no es así.Creo
que si dejamos que los niños y niñas decidan libremente su actividad,
su capacidad de concentración, de jugar ajenos al mundo, es máxima. Cuando
nosotros, los adultos, hacemos lo que nos apasiona somos capaces de
olvidarnos de comer, de la hora que es, de las cosas pendientes ... pues los niños igual.
Yo soy la primera que cuando veo a Guerau pululando por el comedor sin "hacer nada" (según mi punto de vista, porque seguramente él está estudiando la situación o vete a saber qué) siento el impulso de ir a ofrecerle algún juguete o prepararle alguna actividad. Pero si puedo contener este impulso, al cabo de un rato él elige su actividad y juega un buen rato con la máxima concentración. Y si no intervengo (cuando protesta porque no le sale algo, por ejemplo) él mismo va derivando la actividad hacia otra. Eso si, tengo que estar disponible. Y eso quiere decir atenderle cada vez que me viene a buscar. Al principio venía a menudo a comprobar si estaba disponible, y ahora cada vez viene menos y tiene más momentos de jugar solo y concentrado.
Sé a ciencia cierta que cuando quiere jugar conmigo me viene a buscar, cuando quiere hacer pintura me lo hace saber a su manera, cuando quiere salir también lo expresa... así pues, porque tengo / tenemos a menudo la necesidad de distraer a los niños?
Que no intervenga no quiere decir que no le plantee actividades. Por ejemplo, cuando le he preparado alguna actividad nueva (como la goma eva para pegar en los cristales, los tapones y el cazamariposas, las cajas sensoriales, ...) se la enseño, jugamos si tiene ganas, y la guardo. Y muchas veces es él quien la va a buscar cuando la quiere volver a usar. Es evidente que en algún momento se las tengo que presentar! Pero intento hacerlo siempre después de un momento de juego libre. Me es difícil encontrar el equilibrio entre dejar y proponer. Y de momento, aquí estoy, observándolo y observándome, para que mi emoción para enseñarle lo que le he preparado no sea invasiva.
De él he observado la capacidad de saber qué quiere auténticamente: juego de picar, de lanzar, de arrastrar, juego tranquilo, un rato de cuentos solo o acompañado, juegos de insertar, verter agua, trepar y jugar con el cuerpo, explorar el entorno, juego simbólico, sentarse y no hacer nada ... y cuando sabe lo que quiere y lo está haciendo, se enfada muchísimo si le interrumpimos (sea porque es la hora de comer, o tenemos que irnos o ...) a pesar de que intentamos no hacerlo muy a menudo (aunque muchas veces es inevitable).
Así como la libertad de movimientos permitió que Guerau fuera a su ritmo y se sintiera respetado y confiado a la hora de aprender a gatear y a caminar, ahora siento que lo que necesita es libertad de juego y exploración. Así que intentamos tener al alcance materiales, herramientas, un entorno preparado ... para hacerlo posible. Y no siempre es fácil!
Y vosotras... ¿cómo lo hacéis para encontrar el equilibrio entre dejar hacer y proponer actividades?
No hay comentarios:
Publicar un comentario